"BUENOS AIRES -- Paolo Guerrero, uno de los mejores delanteros de la Copa, tuvo su noche de sueños y convirtió tres goles, dejó a Perú con el tercer puesto y a su técnico Markarian hablando "rarezas" en la conferencia de prensa después del partido.
Extravagante y polémico, sin dudas, este director técnico que, parecería apostar mucho más a las declaraciones que al juego en sí. Pero vamos al partido que es lo que importa.
El partido fue muy bueno, casi una final. Los dos salieron a ganar y eso permitió que el espectáculo crezca, en definitiva. Sin artilugios defensivos o especulaciones inteligentes, los dos equipos jugaron con todo.
Ganó Perú y estoy triste y contento a la vez, son mis dos selecciones más queridas, las que merecieron llegar más alto que los dos equipos que jugarán la final. Pero el egoísmo reina en el mundo.
Pero también tengo que pensar que las dos ganaron, son las verdaderas campeonas: Perú que luchó contra su imposibilidad y Venezuela que luchó contra su historia y su tradición.
Quiero hablar dos palabras de un jugador especial: William Chiroque. ¡Viva William Chiroque, que es distinto, que nos demuestra con su manera de jugar simpática que el fútbol no está muerto en su lucha contra los robots del fútbol moderno!
Robots: tipos sin sentimientos, millonarios en un continente de pobres, pero también absolutamente previsibles como Suárez, Pereira, Cambiasso, Mascherano, Maicon, o los paraguayos Ortigoza y Haedo Valdez, grandes jugadores todos, pero más cercanos a robots que a seres humanos.
En William Chiroque en cambio, vive la humanidad, la vida cotidiana misma con sus errores diarios. ¡Es tiernamente vulnerable! Diganmé, ¿no da la sensación cuando Chiroque agarra la pelota que cualquiera se la puede sacar?
No nos da miedo, es humano, es tiernamente querible, Chiroque se cae, se la sacan, pero también puede gambetear a dos o tres robots uruguayos o brasileños. Desde su humilde puesto, con su pequeñez física, nos da una lección de vida a todos.
Chiroque es un hombre como usted, o como su vecino, tal vez, que está leyendo del otro lado, no es una superestrella y representa el triunfo del hombre esforzado, del hombre común que lucha contra sus propias deficiencias. Por eso, para mí es el gran jugador de la Copa. Todos los demás jugadores, estrellas en Europa, son fotocopias de sí mismos, todos juegan igual.
Van a elegir a Forlán, a Suárez, tal vez a Haedo Valdez, como los mejores jugadores de esta Copa, tipos sin onda y sin sangre en las venas, señores a los que lo único que les importa es ganar a cualquier precio. Tipos formateados para este mundo del éxito en el que vivimos.
Pero el fútbol es digno. Todavía jugando se pueden transmitir muchas cosas, casi sin hablar, pateando una pelota, todavía se pueden decir muchos mensajes.
Por su manera de jugar un hombre bueno puede mostrar su identidad al mundo. Es que en el fondo, queridos lectores, el fútbol no es un deporte para ganar miles de euros. El fútbol es digno y nos enseña y nos muestra el camino, ya verán.
Escuchen bien lo que les digo, los millones de hombres como William Chiroque cambiarán el mundo"
CHIROQUE |
Washington Cucurto es escritor y poeta. Aunque su nombre real es Santiago Vega, él prefiere que lo llamen simplemente \"Cucu\". Su obra siempre recurre a las minorías y a los marginales y entre sus publicaciones se destacan Cosa de negros (2003) y Las aventuras del señor maíz (2005). Además creó Eloisa Cartonera, una editorial que publica libros de autores inéditos latinoamericanos, realizados con cartón. Actualmente está terminando una biografía de Don Ramón, personaje del Chavo del 8.