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miércoles, 25 de marzo de 2020

AL MAESTRO CON CARIÑO.

Mi primera maestra, fue mi madre, allá en el lejana comunidad de Ayash, parte de las pequeñas poblaciones, que circundan, el emporio minero del actual Antamina. Tenía 5 años, y aprendí a leer, escuchándola, en su escuelita unidocente,  en un recóndito lugar del país; mientras merodeaba su salón de clases, en el canchón, junto al río, donde pasaba la mayor parte del tiempo, persiguiendo  a las diferentes aves que pululaban por allí;  de cuando en cuando, percibía su potente voz,  que deletreaba el abecedario, en esos burdos papelógrafos, que el Ministerio de Educación, había preparado, para la alfabetización, en las zonas del Perú profundo. Por ejemplo, para la Z, había un gran zorro , para la B, un descomunal burro y así por el estilo.....

Los alumnos ya mayorcitos, por no decir viejones,   de  20 a 25 años; pues era la primera vez que el estado, aperturaba un centro educativo,  eran un poco "duros de sesos", por ello la maestra repetía toda la mañana,  con ahínco y vehemencia: "A de  ábaco... etc, etc;   los pobres y yo desconocíamos, lo que era un ábaco;  lo cual me interesaba un bledo, pues nunca estaba en el aula; permanecía embelesado por los diferentes pájaros  que habitaban,  el inmenso campo de fútbol, aledaño al salón de clases, el verdor intenso, con abundante ichu y esas hermosas flores blancas del garbanzo; y al lado, el suave murmullo  del río;  que competía, con la estentórea voz de la abnegada profesora:  "Z de Zorro, B de burro, Q de queso y etc y etc....";  así aprendí a leer;  picando, entre juego y juego; correteando libre por el campo  con  la sinfonía melodiosa del hermoso rio Ayash......

De vez en cuando oteaba por la ventana y  la casi desesperada maestra, repetía el estribillo conocido, y los alumnos,  que eran papas, papas, y bien papas;  nada de aprender, así que les daba una ayudadita,  y les gritaba: "zorro ni she"...... (di zorro pues!!).

En la Escuela prevocacional 345, de Chavín, como sabía leer, pasé a primero, sin hacer kinder ni transición. Mi Maestro fue el Profesor Armando Aguilar Martel,  el viejo y querido "Amando"; lo gozamos al final de su carrera, recuerdo su gesto adusto, con su cabello cano y raya al medio y su terno negro; que le daba el aura del maestro que todo lo sabe.  Era muy estricto y severo, recuerdo mas que sus clases, su charlas de vida, que eran más intensas y profundas, luego de varios días de bohemia.......

Otro Maestro, que impactó en nuestras vidas, fue Don Humberto Agüero Maguiña, alto y desgarbado; siempre con su terno marrón y con talante de caballero quijotesco,  bonachón y criollo, presto para los consejos, nos impactaba sus discursos, en las actuaciones escolares. 

Un maestro, joven, que iniciaba la docencia con vehemencia, y mucha dedicación, que caló en nuestras conciencias fue Leoncio Arana Maguiña, atlético, muy disciplinado, recuerdo su talante  pelirrojo y porte militar,  casi espartano;  su voz autoritaria, ordenando la formación de los días lunes y en las ceremonias de las diferentes actividades del calendario escolar. Guardo muy gratos recuerdos, por sus consejos, fue ademas mi maestro de locución en las recordadas audiciones radiales, que por años se transmitía en la  Radio Municipal. En suma el buen " Loncho", era polifacético, buen maestro, deportista, locutor y lo más importante que debe tener un verdadero maestro:  ser amigo.

Roger Vidal, nuestro profesor de Educación física, ademas entrenador de fútbol, de aquel recordado equipo de la mitad de los setentas; muy austero, severo y amante de la disciplina; supo aglutinar y conformó un gran equipo de fútbol; llegamos a la liguilla final del interescolar del balompié Huarino; logramos un merecido y sacrificado tercer puesto de toda la provincia.

En Melitón Carbajal, en Lima recuerdo con mucho cariño a mi maestro al Dr Justo Miranda, me enseñó historia, cultivó en nuestras mentes,  el amor por esta rama de las ciencias. Este era un tipazo que al "pan le decía pan y al vino vino"; sus clases de historia del Perú eran magistrales; las recuerdo como si fuera ayer, explicando la teoría de Paul Rivet.....

Al retornar a Chavín, a culminar la secundaria, dos maestros fueron decisivos para nuestra formación;  Rigoberto  Ramos Muñoz y Edith Brandán Ortega. El primero gran maestro de Historia, orador y eterno enamorado de nuestra patria, de nuestra herencia cultural; sus clases de historia y filosofía eran muy entretenidas y enriquecedoras; era de los maestros que vivían lo que decían; gozaba con las hazañas del gran Inca  TupácYupanqui y sufría intensamente, con la gesta heroica de nuestros heroes: Miguel Grau y Bolognesi en la infausta guerra con Chile.

La profesora Edith, especialista en ciencias biológicas y química, una dama muy entregada a sus labores académicas, consejera y amiga; nos legó su amor por las ciencia naturales; la recuerdo con su mandil blanco en nuestro laboratorio; un detalle muy curioso; el estado húngaro donó para los colegios, -hace ya muchos años-  instrumentos de laboratorio, alli estaban  unos contenedores grandes que fueron confinados al olvido, en el  "laboratorio", que en ese entonces  era un lugar casi vacío, tétrico y abandonado;   entonces nuestra maestra Brandan decidió remodelarlo, lo primero que hizo fue pintarlo y encargó a Daniel Rondan; Arquímedes La Rosa e Iván García; un mural con un microscopio, una gran célula y el retrato de Louis Pasteur y así se llamo nuestro flamante laboratorio; después  abrir los contenedores que  estuvieron allí por años;  nadie se atrevió; eran como la mítica "caja de Pandora"; y porqué no se abrieron  esos cajones?,  los directores de turno, tuvieron diferentes reacciones:  algunos pedían órdenes de sus superiores;  o simplemente no les importaba; estuvieron por años sin saber que contenían realmente; hasta que nuestra profesora valiente, y muy curiosa,  como Pandora; dijo:  ¡mañana se abrirán estas cajas!,  he revisado sus catálogos y hay cosas muy valiosas y así fue; de las cajas salieron matraces, microscopios, placas de Petri, tubos de prueba, soportes , etc etc; todos maravillados fuimos extrayendo estos valiosos materiales imprescindibles para la investigación y el conocimiento; no fue como la caja de la susodicha Pandora,  de donde salieron todos los males del mundo, sino del conocimiento, prueba de ello son los profesionales que salimos en las diferentes promociones.

También con ella equipamos nuestro rincón de anatomía humana; para ello eran necesarios huesos; ¿donde los conseguimos?; el viejo panteón, dijeron unos; ¡no! dijo la profesora,  ¡es penado! y un sacrilegio; nosotros le planteamos; vamos a Pogog; allí hay huesos humanos por doquier y así fue; programamos la excursión  y salimos muy de madrugada al empinado cerro de Pogog, al este de Chavín; apenas iniciamos el ascenso a Shallapa,  nuestra frágil profesora casi se desmaya; a duras penas llegó a la primera cumbre de las cruces; allí se quedaron con las mujeres de nuestra promoción y nosotros salimos cual venados a la cumbre de cumbres: Pogog;  llegamos sudorosos e inmediatamente  hurgamos entre las inmensas rocas; ¡oh! sorpresa, como si hubiesen sido  desparramados cadáveres de matanzas o epidemias ancestrales;  encontramos infinidad de huesos, de niños, adultos y ancianos; escogimos "los mas representativos", y en costales trasladamos a nuestra base; donde nos esperaban ansiosos la profesora y nuestras compañeras.

Dicen que el buen maestro cincela en las mas ignotas profundidades de nuestro ser, los valores fundamentales, por ello nuestro cariño, aprecio, gratitud y recuerdo imperecedero, a ese personaje que caló en nuestras conciencias,  y siempre repetiremos: ¡AL MAESTRO CON CARIÑO!




2 comentarios:

Unknown dijo...

Querido hermano Shesha. “La cuestión no es qué hacer”, dijeron Sy Oliver y James Young, “la cuestión es la manera de hacerlo”. Siempre me causa orgullo tus escritos porque tienen ese rayo innato de originalidad. Gracias por el recuerdo de grandes Maestros que algunos fueros también mis Maestros.
Edvar

Anónimo dijo...

“La cuestión no es qué hacer”, dijeron Sy Oliver y James Young, “la cuestión es la manera de hacerlo”. Siempre me causa orgullo tus escritos porque tienen ese rayo innato de originalidad. Gracias por el recuerdo de grandes Maestros que algunos fueros también mis Maestros.
Edvar