Esta es una hermosa reflexiòn del Dr Carlos Presman, acerca del corazòn y sus representaciones sociales en el "Dia Mundial del Corazòn", reflexiòn que me parece muy importante publicar, para nuestros lectores; en esta sociedad de odios y crisis familiar; necesitamos, amor y mucho amor y màs humanismo, no màs muertes estùpidas........
“Ojos que no ven, corazón que no siente”
Refrán popular
“Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardín;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.”Joaquín Sabina
Después de una larga espera, el paciente con insuficiencia cardíaca terminal recibió un trasplante. El donante era un joven que tomó la decisión de terminar su vida con un tiro en la cabeza. Cuando conté esta historia en una cena familiar, mi hija auguró que el trasplante iba a fracasar. Efectivamente, el paciente falleció antes de cumplir un mes del procedimiento. Mi hija, de la edad del donante, me explicó: “Ese corazón no quería vivir”.
¿El corazón siente? ¿El corazón es victima de las emociones o el cerebro padece la convivencia con ese órgano sentimental? ¿Qué representa el corazón para uno y la sociedad? ¿Qué distancia hay entre el órgano y la palabra corazón?
La historia del lenguaje y las enfermedades dejan las huellas para ir desentrañando el misterio que anida en este pedazo de músculo que supo ganarse un privilegiado lugar en las personas.
La palabra corazón se usa para referirse al ánimo, el valor, el espíritu, la voluntad, el amor, la bondad y además para aludir al sitio central de algo. Es sabido que el lenguaje participa en el desarrollo del organismo, por lo que el uso de la palabra corazón va a terminar condicionando su funcionamiento. Hay una construcción cultural alrededor de esa palabra y estoy convencido que esta afirmación no es una mera corazonada.
En una contienda deportiva es habitual la expresión de poner el corazón y su contracara, el “pecho frío”.
Referenciamos la bondad en tener un gran corazón o ser de buen corazón. Nos enamoramos y amamos con todo el corazón. Una herida de amor lastima y deja al corazón partido. La simbología que alude al amor es un corazón y no, por ejemplo, el hígado o la rodilla. Corazón es uno de los cuatro palos de la baraja francesa, que se transforma en el signo de copa en el naipe español. En una copa, el Santo Cáliz, se aloja la sangre de Cristo y se venera entonces el Sagrado Corazón de Jesús. La raíz espiritual y religiosa de nuestro corazón. ¿El lenguaje hace al órgano? ¿Una palabra tuya bastará para enfermarme?
Veamos. ¿De qué corazón nos ocuparemos, del que describieron los anatomistas o los fisiólogos?, ¿del que conocen los cardiólogos o los pacientes? ¿Del corazón del asesino o el del poeta? Poniendo en juego estos planteos, ¿qué entendemos por enfermedades cardíacas?
El desafío clínico de la interpretación del síntoma obliga a desentrañar los paradigmas ancestrales que conlleva el órgano corazón. Una opresión en el pecho puede ser una obstrucción coronaria, la derrota del club que llevamos tatuado, un desengaño amoroso o una culpa espiritual. Por historia, el tórax que contiene al corazón es el sitio elegido para poner en el cuerpo la angustia, la depresión, el miedo, la ira, la humillación, el desamparo, la excitación o la pasión. En fin, las emociones, los sentimientos. Las razones que tiene el corazón y que la razón ignora.
¿Por qué murió el paciente trasplantado? ¿Por qué se suicidó el joven donante?
El corazón es una bomba que impulsa la sangre para sí mismo y el resto del cuerpo. El período femenino, con su sangrado mensual, introdujo el concepto del tiempo y el calendario en la humanidad. El latido cardíaco es nuestro ritmo cotidiano, nuestro metrónomo, que nos recuerda que estamos vivos y da origen a la música del cuerpo. La melodía cardíaca suena conforme estemos viviendo. Puede agitarse hasta el paroxismo o detenerse de manera súbita y para siempre. El ritmo del corazón es la cadencia de la vida misma. Su alteración, la arritmia, una enfermedad que acontece cuando se agitan razones íntimas, distintivas de cada uno, ligadas a las emociones que conmueven el latir. Podrá ser un gol, un beso, un nacimiento, una muerte, un premio, un sueño o el azar.
El corazón también puede enfermar cuando no se irriga correctamente. El infarto. Sobradas razones tiene si quien porta ese corazón fuma, es obeso, sedentario, hipertenso, tiene el colesterol elevado, el azúcar también y toda su familia padeció infartos. En ellos, los factores de riesgo que lo ponen al borde del accidente coronario, no ofrecen ninguna duda. Sin embargo, muchos de esos pacientes nunca se infartan y otros que no tienen ninguno de esos factores de riesgo sí.
¿Por qué el infarto sucede en determinado momento, condición y persona?
Si es cierto que no hay enfermedades sino enfermos, no es menos cierto que no hay infartos sino infartados. El infarto es una enfermedad particularmente humana, tan es así que no pudo reproducirse en animales de experimentación. Los últimos años han registrado profundas investigaciones que ligan las emociones al infarto de miocardio. Se sabe cómo los sentimientos alteran la circulación coronaria, cambiando la viscosidad de la sangre, provocando inflamación endotelial y disparando el espasmo que conduce al infarto. Esas emociones son la sangre y la malasangre del corazón; la que nos dieron nuestros padres, nuestras relaciones afectivas, nuestra historia social. La que corre por abiertas venas en la patria grande. La malasangre de la inequidad y de la injusticia. La sangre derramada, la negociada y la que no. La sangre del afecto que nutre, para cuando se sienta y se diga que todo está perdido podamos ofrecer el corazón.
Busqué la historia clínica del joven donante y no me sorprendió leer que el día de la decisión, horas antes, vio a su enamorada con otro. Al relatarle esto, un colega agregó que el paciente trasplantado fue hallado en su domicilio solo. La súbita muerte lo sorprendió en su dormitorio y llamó la atención que el placard de su esposa estuviera vacío.
Bibliografía:- Carlos Tajer. “El corazón enfermo. Puentes entre las emociones y el infarto”. Libros del Zorzal.
- Luis Chiozza. “Corazón, hígado y cerebro. Tres maneras de la vida”. Libros del Zorzal.
- Ivonne Bordelois. “A la escucha del cuerpo. Puentes entre la salud y las palabras”. Libros del Zorzal
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