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miércoles, 6 de enero de 2016

LA PLAZA CIRCULAR Y EL RITO DEL SAN PEDRO

La plaza circular hundida, o simplemente la plaza circular, es una de las expresiones cumbres de la arquitectura del arte Chavín; en ella se refleja la gran capacidad y el extraordinario dominio técnico, que tuvieron estos grandes ingenieros.


Inicialmente sus arquitectos diseñaron esta bella obra, para luego  sus ingenieros ejecutarlas, con gran conocimiento de la hidráulica; paralelamente los grandes artistas tallaron los bloques de piedra y ademas como toque final esculpieron en sus frisos diferentes imágenes, uno de ellos es el gran sacerdote, el Chaman, como decía Don Marino "el Hampicamayoc", o simplemente "El señor del San Pedro", que es el ícono más antiguo del médico de la América precolombina.
EL SEÑOR DEL SAN PEDRO

La plaza circular hundida, enlosada con piedras amarillas, es un espacio sagrado ubicado en el centro de una plataforma cuadrada y a 2,10 m de profundidad. Tiene 21 m de diámetro y está dividida en dos mitades, una occidental, pegada a la plataforma central, y otra oriental. El muro occidental estuvo cubierto por dos series continuas —una encima de otra— de lápidas grabadas, la de abajo, de unos 30 cm de alto por 60 cm de ancho, con imágenes muy realistas de felinos vistos de perfil, y la de arriba, de alrededor de 60 cm de lado, con personajes organizados en una suerte de procesión en la que aparecen unos trompeteros o tocadores de pututu —una caracola marina de sonido profundo—, un portador de una rama de cactus San Pedro y otros danzantes.

En las lápidas superiores, la procesión de los músicos y danzantes está grabada a ambos lados de la escalinata occidental de la plaza circular y sólo en este hemiciclo. Ahora sólo quedan 5 , pero debieron de haber 14 en cada lado. Ellos —también los felinos de la parte inferior del muro— se dirigen desde los dos lados hacia el centro, de modo que los que vienen del norte caminan hacia el sur y viceversa. Miran hacia la escalinata, aunque hay al menos uno —o dos— en cada lado que mira hacia el centro de la plaza, donde debió de estar clavado el Obelisco Tello. Es decir que, mientras que los demás están de perfil, estos últimos están de frente. Los músicos y danzantes iban muy bien ataviados, con coronas, mantos y adornos simbólicos que seguramente hablaban de sus dignidades.
MUSICOS ANCESTRALES CON PUTUTUS

Los felinos, en las lápidas inferiores, caminan todos, desde el norte y el sur, hacia la escalinata. Sus cabezas son básicamente iguales, pero sus cuerpos, por parejas, son diferentes. Están individualizados, de modo que cada uno debe de haber representado algo distinto. Es tentador pensar que representaban constelaciones o fuerzas cósmicas diferentes. Los felinos acompañaban desde abajo a los dignatarios, quienes ocupaban un lugar destacado en la procesión.

Todos —músicos y danzantes, y felinos— avanzan hacia el centro, siguiendo la misma dirección que la sombra del Obelisco por las mañanas a lo largo del año. En el solsticio de invierno (21-24 de junio), cuando va a empezar el año agrícola, la sombra apunta hacia el sudoeste y "camina" hacia el centro, donde se encontraría el Obelisco.

Esta plaza circular fue descubierta por el Dr Guillermo Lumbreras en 1972 y se constituyó en uno de los grandes descubrimientos del siglo XX en la arqueología peruana.

Claro está que la disposición de los diferentes personajes  perennizado en las lápidas representan un rito muy importante, un acto litúrgico de la religión Chavín, que dominó el pensamiento cultural por más de 800 años; al respecto aún quedan ancestrales costumbres que han sobrevivido en el tiempo, según nos cuenta el Dr Lumbreras, cuando observa los personajes de la plaza circular, no puede dejar de asociar a los peregrinos de Qoyllorit´i, que al sonido de los pututeros  acuden en largas filas a venerar la imagen de Cristo a las faldas del nevado de Ausangate.

 La procesión plasmada en las paredes de la plaza, era la representación de un suceso mítico que sirvió como modelo para los rituales que se conducían en Chavín de Huántar.” (Burger, 1994: 104).

1 comentario:

María Guadalupe dijo...

Me salvas la vida, gracias!!